La mayoría de los problemas que enfrentamos en el diario vivir en nuestras relaciones, provienen de la incapacidad de asumir los resultados de nuestras decisiones. Los conflictos se dan cuando tomamos una decisión y luego cuando las cosas no salen como esperamos, no asumimos la decisión tomada, sino que por el contrario corremos a buscar un culpable.

Otra forma de negarnos a asumir la vida consiste en permitir que los demás o las circunstancias decidan mis emociones, sentimientos y comportamientos, otorgándoles el poder para hacerlo. Esta es una acción que muchas personas realizan incluso sin darse cuenta o ser conscientes de ello.

¿Qué es asumir la vida?

Asumir la vida es comenzar a ser uno mismo, es decidirse a ser el dueño de los propios pensamientos, sentimientos, actitudes y comportamientos, lo cual significa encontrar el camino que conduce a la liberación de la dependencia del sufrimiento por lo que los otros hacen o dicen, o por aquello que no puedo cambiar.

Por lo general es fácil y muy cómodo culpar a los demás por lo que nos sucede, descargar la responsabilidad de lo que pasa en nuestra vida en otros, aparentemente puede parecer conveniente, pero en realidad es un gran autoengaño, porque al hacerlo frenamos nuestro aprendizaje, y nos esclavizamos voluntariamente a los demás.

Negarse a crecer internamente.

Cada vez que las acciones, reacciones y comportamientos ajenos nos afectan, cada vez que intentamos zafarnos de la responsabilidad que tenemos sobre los resultados de nuestras acciones y decisiones nos estamos negando a crecer internamente y condenando a una esclavitud emocional y espiritual que nos mantiene atados a emociones negativas y situaciones conflictivas.

Esto se da como respuesta lógica ya que, cuando alguien se niega a aceptar los resultados de sus acciones o decisiones, necesariamente cae en el error de buscar un culpable, como mecanismo de defensa y de huida de su propia responsabilidad sobre un resultado que además es negativo, puesto que, si fuera positivo se sentiría feliz y orgulloso y antes por el contrario reclama para si los aplausos y admiración por su acción.

Encontrar alguien o algo a quien culpar se convierte entonces en un comportamiento repetitivo, pues busca liberarse de la propia responsabilidad y quedar bien frente a los demás. Al ego le encanta quedar siempre bien y para conseguirlo no pierde oportunidad de culpar a otros, puesto que asumir su propia responsabilidad ante un resultado desagradable implicaría correr el riesgo de quedar mal ante los otros y por supuesto esto sería irresistible para una mente dominada por el ego.

La incapacidad para asumir la vida lleva a las personas a esconder sus errores, se sienten avergonzados por ellos y no quieren de ninguna manera que se conozca o salga a la luz pública su responsabilidad ante un hecho desagradable o una decisión equivocada. Quien intenta esconder sus errores vive preso de mentiras y busca artimañas para taparlos, creando problemas a los cuales les está bloqueando la posibilidad de encontrar solución.


El primer camino hacia la solución es reconocer el error.


Nuestra sociedad considera que equivocarse es una acción negativa

El vicio de no asumir los resultados está muy ligado a la idea absurda de que equivocarse o cometer errores es una acción negativa y vergonzosa, negándole cualquier valor pedagógico al error, desde esta insensata creencia es imposible no solo aceptar un error, sino asumir el resultado que pueda traer.

Nuestra sociedad considera que equivocarse es una acción negativa que debe ser sancionada, por esta causa pocas personas asumen sus errores, prefieren encontrar un culpable en quien escudarse para huir de las posibles sanciones, que asumir sus propios resultados y aprender a la lección que genera el error cometido.

Se necesita fortaleza para asumir los resultados negativos de una decisión o una acción equivocada, en algunos casos cuando se ha ocasionado un daño grande e irreparable incluso se necesita mucho valor, por eso es más fácil y cómodo huir sin asumir o buscar a quien echarle la culpa.


Equivocarse es necesario, reconocerlo es voluntario.


Siempre que se está innovando en algo nuevo o desconocido se inicia un proceso de aprendizaje que necesariamente estará acompañado de prueba y error. Quien no comete errores está estancado, quien comete los mismos no está aprendiendo, pero aquel que los comete con la conciencia de que está aprendiendo y la disposición a corregir para avanzar, está creciendo y superándose a sí mismo.

Reflexión

Errar genera libertad cuando se reconoce y asume el resultado.
Luz Stella Solano M. 

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