La realidad que estamos viviendo como humanidad es un resultado lógico de seres que llevan siglos huyendo de su propio origen, en busca de cosas que ni siquiera identifica claramente, pero que nos obliga a correr una carrera demencial y absurda detrás de algo desconocido que creemos indispensable para ser felices.

Hoy ante la presencia de un ser diminuto que no podemos ver a simple vista, la humanidad se ve enfrentada a la necesidad de permanecer en sus hogares, para salvar sus vidas y las de los demás. Sin embargo, muchos aún no han logrado comprender de que se trata. Creen que es un encierro físico, ven sus hogares como cárcel en la que se siente aprisionados y de la que quieren huir a toda costa. Cuando en realidad estamos siendo convocados a despertar, a iniciar el camino de regreso a casa.

Nuestro verdadero hogar está en lo más profundo de nuestro ser, pero la gran masa continúa sin despertar, conserva una actitud colectiva que despliega una negación absoluta a la esencia de la vida, negándose a escuchar el poderoso grito de su consciencia que emerge desde la profundidad, que nos recuerda que la condición humana encuentra su auténtico sustento en la intimidad de lo sagrado.

Esta pareciera ser una lucha continua que perdurará en el interior de aquellos que con gran estrechez mental, se niegan a abrirse al sentido común, dando cabida a su propia consciencia en su cotidianidad diaria, permitiendo a la Súperconsciencia divina que habita en ellos ocupar un espacio primordial, comprendiendo que solo allí puede descubrirse el gran misterio de la vida.

El ser humano sabio y consciente comprende que estos son momentos de transformación que surgen desde un peligroso inconsciente colectivo, que necesita ser movido a dar pasos importantes hacia su evolución y maduración como raza humana, para que logre reconocer su grandeza, su divinidad y pueda verse como luz perfecta de Dios.

Estamos en un momento rico en transformaciones vertiginosas que nos llevará desde la pobreza espiritual, que mantiene a la gran mayoría sumidos en un estado de oscuridad, a una “Nueva Era”, que tiene que darse para mover el gran despertar de la consciencia por cualquier medio, incluso mediante un desenlace apocalíptico como el que estamos viviendo.


Aquellos con mente estrecha embisten lo que no logran comprender.


La realidad que venía viviendo la humanidad era verdaderamente compleja con unas características especiales, seres dormidos corriendo aceleradamente en busca de algo que saben que no les proporcionará paz interior, ni la posibilidad de amarse los unos a los otros, o de ser verdaderamente felices.

Ahora hemos sido lanzados a la quietud de nuestro verdadero hogar, ese al que tanto miedo hemos tenido pues allí nos encontramos con nosotros mismos, con esa dura o dulce realidad de lo que realmente somos, de lo que hemos hecho con este regalo que es la vida.

Todos hemos cometido errores, unos más que otros, pero hoy todos estamos a tiempo de despertar, de reencontrarnos a nosotros mismos, descubriendo nuestra condición divina y poder de transformador que nos permite convertirnos en lo que realmente somos: “Seres divinos viviendo una experiencia humana”, no bestias salvajes, destructivas y voraces como hasta ahora nos hemos comportado.

Tenemos la mejor de las oportunidades, o despertamos como humanidad consciente de su verdadero papel en este planeta que habitamos, al que deberíamos haber cuidado con esmero y respetado con amor y mucha devoción, pero que en realidad hemos descuidado en algunos casos y destruido absurdamente en otros, o vamos a sucumbir ante una criatura diminuta que nos enfrenta a nuestra fragilidad y bestialidad como raza humana.

Preguntas:

¿Por qué razón el ser humano tiene tanto miedo al cambio?

¿Qué tanto te aferras a las condiciones de vida actuales?

Luz Stella Solano M.

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