Hoy mi felicidad no depende de nada externo a mí, no viene de la mente ni de una relación, sino que fluye de los más profundo de mi ser. La felicidad cimentada en un motivo en particular es efímera, puede desaparecer en cualquier momento, la que proviene de la conexión con mi propia divinidad es permanente e indestructible.   

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