El enojo es una respuesta equivocada a las acciones de otros o a las situaciones que no podemos cambiar, es una alteración emocional que genera malestar y rabia e invita al desquite, que alimenta la irritación y produce efectos sicológicos y físicos.

Las personas que se encuentran bajo mucha presión tienden a enojarse más fácilmente y a tener más dificultad a la hora de controlarlo. El enojo conduce al descontrol y reacción fuerte frente a cualquier situación que se sale de las manos, que molesta o se considera inaceptable.

Muchas personas enfrentan un grave obstáculo a la hora de construir una vida feliz: “su mal carácter”, que se encarga de destruir las relaciones, de generar y estimular reacciones precipitadas que posteriormente producen vergüenza e incomodidad, pues no se tienen comportamientos adecuados y amables que produzcan acercamiento y fraternidad, sino que por el contrario, el enojo bloquea la manifestación de lo mejor que hay en cada ser y saca a flote lo peor de la condición humana.


El enojo cierra la puerta de la solución y abre la de la discusión.


Todos hemos sentido enojo en algún momento de la vida, pero lo importante es saber controlarlo para no permitirle alojarse en nuestro interior de manera permanente, pues el enojo se convierte en un veneno que carcome el alma, nubla la mente y encoge el corazón.

El enojo además es una emoción tan negativa que va destruyendo la vida de la persona poco a poco y de manera solapada, pues su protagonista en muchos casos no es consciente de que lo siente o, está convencido que tiene razones de sobra para justificar su enojo, lo que a la hora de sanar se convierte en un gran obstáculo puesto que, es imposible dejar su enojo porque hay una justa razón para sentirlo y son los otros quienes tienen que cambiar su comportamiento para ellos dejar de enojarse.


Sabio que se enoja, deja de ser sabio.


El enojo es un engaño inconsciente, una trampa mental que se autoimpone quien lo padece, cada vez que alguien se comporta de una manera diferente a su criterio personal, o contradicen sus opiniones; cada vez que se siente incapaz de adaptarse a un cambio o forma diferente de hacer las cosas, recurre al enojo como pretexto para esconder el temor a enfrentar lo desconocido, a los cambios que le asustan y retos que ve imposibles de lograr. 

El enojo marchita el alma, aleja a las personas sumiéndolas en una insondable soledad, pues en la medida en que va tomando más fuerza, la persona va perdiendo más su capacidad de adaptación y aceptación de la vida y sus procesos.

Observa que tanto te enojas y con cuánta frecuencia, este ejercicio te mostrará quién eres en realidad, y si descubres que te enojas por tonterías poco importantes, comienza de inmediato a poner un freto a tu enojo, de lo contrario antes de que te des cuenta te dominará y será más difícil liberarse de esta nociva y letal emoción.

La vida se convierte en una aventura plajustifya cuando desarrollas internamente la capacidad de adaptarte fácilmente a las nuevas e inesperadas circunstancias que se presenten en el camino.

Preguntas:

¿Sientes que el enojo crece en tu interior?

¿Alguna vez pensaste que el enojo no se podía controlar?

Luz Stella Solano M.

Ir al contenido