Eres un ser divino viviendo una experiencia humana, posees dones notables de gran sabiduría, infinita compasión e inmensa capacidad de servir y dar mucho a la humanidad.

 La intención

Fuimos creados con toda la intención y con mucho amor, traemos con nosotros un propósito claro y definido que nos identifica y diferencia de los demás, sin que por ello dejemos de formar parte de un plan cósmico universal y sagrado, cuidadosamente planificado y bien pensado.

Si, aunque te suene extraño es así, fuimos creados intencionalmente, el universo es una empresa perfectamente diseñada y magistralmente administrada por la divinidad, por lo tanto, nada es al azar, nada se desperdicia, tu presencia beneficia a este planeta y todos necesitan de ella.

Verdad oculta

Esta es una gran verdad que por mucho tiempo permanece oculta, los afanes de la vida cotidiana nos envuelven y conducen a una lucha intensa por la supervivencia con la creencia de que estamos solos y abandonados en esta vida, grave error que hace sentir al hombre alejado de Dios y lo lleva a convencerse de que no cuenta con el apoyo y la ayuda divinas.

A su vez, esta forma de pensamiento hace que inconscientemente veamos a los demás como potenciales enemigos en algunos casos, o fuertes competidores en otros, a los que debemos derrotar, porque de no ser así, ellos nos derrotarán a nosotros. Desde esta idea es imposible ver la verdad, antes por el contrario, la verdad de que somos uno, que formamos parte de un gran concierto universal absolutamente hermoso y perfecto, que continuamente estamos siento guiados y protegidos por un Ser Supremo se vuelve inaceptable, otras veces ridícula y hasta potencialmente peligrosa.

Es como vivir con una venda en los ojos todo el tiempo, que mantiene al ser sumido en el miedo y en la lucha por la supervivencia, acompañado en todo momento por el sufrimiento del que no sabe cómo escapar.

En esa lucha incesante, en ese mar de confusión de ideas y conceptos negativos que dominan la mente, el ser humano olvidó que su origen es divino, que todo lo relacionado con nuestro verdadero ser es perfecto, que no hay nada que temer, solo mucho por agradecer, que somos una creación perfecta de Dios y formamos parte de una maravillosa orquestación cósmica.

Volver a la esencia

Debemos por tanto volver a nuestro origen divino, recordar y honrar a lo lardo de cada día de nuestra existencia a la divinidad que habita en nosotros, tener presente que somos uno con Dios, quien permanentemente actúa a través nuestro, que cada una de nuestras acciones es permitida por el universo entero para que aprendamos y podamos avanzar por el camino de la evolución.

No obstante, lo anterior no nos exime de la responsabilidad de ser expresiones de la divinidad que habita en lo más profundo de nosotros, antes por el contrario, nos sumerge en un compromiso eterno de irradiar luz a otros, de ser servidores de paz planetaria y embajadores del amor universal.

Cuando logramos ver la santidad y la luz que todos irradian desde su interior, nuestra vida será completamente maravillosa y podremos reconocernos como parte de esa divinidad.

Ten la certeza de que cada ser vivo forma parte de ese gran concierto universal, es un miembro más de una grandiosa familia cósmica y sagrada a la que pertenecemos, que vibra en armonía continua. Por equivocada que esté una persona, por difíciles y violentos que sean sus comportamientos, es, y siempre será una criatura divina viviendo una experiencia humana.

La perfección

Los errores que se cometen a lo largo del camino de la evolución de la conciencia, forman parte de esa perfección, puesto que, sin ellos y sin sus desagradables resultados no podríamos evolucionar y avanzar por el camino de la evolución de la conciencia.

La vida no se trata de tener miedo a perder, puesto que solo nos llega lo que nos hemos ganado, aquello a lo que con nuestras acciones nos hicimos correspondientes y que no existe ningún poder humano que pueda quitarnos.

La vida se trata de vivir conectados a la fuente divina que nos provee continuamente de todo, de disfrutar plenamente lo que tenemos y agradecerlo continuamente, de servir incondicionalmente y brindar nuestro amor a otros, y quien haga esto estará permanentemente bendecido, libre de miedo, caminando por la vida con seguridad y paz.

Luz Stella Solano M.

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