En nuestra sociedad se ha llegado a considerar la crítica como algo natural. Todos hemos sido criticados en algún momento y también hemos criticado a los demás. Debemos detenernos a pensar en la causa por la que criticamos a otros. Qué hay detrás de ese impulso que nos conduce a juzgar y criticar a los demás. 

El ego dominante

La crítica emitida en un tono agresivo e irrespetuoso hacia los demás, es producto de un ego dominante y prepotente, que quiere ejercer control, buscando que las cosas se hagan según su propio parecer. 

Un ego que cree saber más que los demás, y se siente superior a ellos. Como resultado de esta creencia, se vuelve intolerante y poco comprensivo con los errores ajenos, cayendo rápidamente en la crítica injustificada y destructiva.  

Sin embargo, una profunda reflexión sobre nuestras acciones y palabras antes de hablar o actuar, puede modificar nuestro comportamiento. Pasar del juicio y la crítica, al respeto y la aceptación, dando inicio a un proceso de aprender a empatizar mucho más con todas las personas y convertirnos en seres más pacíficos y amorosos. 

El ego que domina las acciones humanas, se convierte en una trampa mortal, que induce a la crítica, destruye las relaciones, enferma el alma y altera las emociones. 

Amor y benevolencia

Cuando actuamos con amor y benevolencia, fomentamos relaciones positivas con nuestro entorno. El ego altivo y prepotente, siempre es un obstáculo para la creación de relaciones armónicas y satisfactorias.

Sin embargo, reconocer nuestro ego y hacer un trabajo consciente para controlarlo inicialmente, y luego disolverlo definitivamente, es la clave para la trascendencia espiritual. 

Mientras más pequeño y débil es el ego, mejores relaciones tendremos, más armónicas, saludables, y satisfactorias. Ser felices con los seres que nos rodean, es un síntoma inequívoco de desarrollo espiritual.  

Recibir con humildad

Por otro lado, cuando se trata de recibir críticas de los otros, si se hace desde el ego irreflexivo y arrogante, se la tomará de una forma negativa, y la respuesta será de rechazo y agresiva.  Mientras qué, cuando se reciben las críticas con humildad y en una posición neutral, sin tomarse las cosas de manera personal, se pueden convertir en una herramienta valiosa para el crecimiento personal y profesional. 

En lugar de rechazar la crítica por completo, podemos aprender a recibirla de forma abierta y espontánea, reflexionando sobre su validez. Puede ser que de una crítica, logremos sacar buen provecho para corregir algo, que posiblemente ni siquiera habíamos notado. 

Esto nos conduce al hecho de que existe una crítica destructiva y mal intencionada, y otra emitida con la intención de brindar algún beneficio, o hacer caer en cuenta de algún error que está pasando desapercibido. 

La enseñanza que nos queda frente a la crítica, es que es mejor aprender a callar cuando se trata de correr el riesgo de herir los sentimientos ajenos, emitiendo criticas innecesarias que no benefician ni a quien las emite, ni a quien las recibe. 

Luz Stella Solano M 

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