Dios es una expresión que a lo largo del desarrollo de la humanidad se convertido en un simple concepto. Es un término que nace del latín Deus, que significa brillo, resplandor, perfección, hace referencia a un ser eterno sin principio ni fin, un ente divino y perfecto, de naturaleza no física.
La mayoría de las imágenes de Dios han sido creadas por el hombre de acuerdo a su imaginación y cuando de describir con palabras qué o quién es, nuevamente surge de inmediato la imaginación sumada a la creencia o el concepto humano.
Aprendimos a conceptualizar a Dios, a ceñirnos la idea que nos enseñaron de él. Nos han dicho que somos criaturas creadas a imagen y semejanza de Dios, pero en nuestra sociedad moderna sucede al contrario, nosotros desde nuestra idea fraccionada y muy limitada de la realidad, creamos a Dios a imagen y semejanza nuestra.
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La presencia de Dios
La tierna y frágil mente humana solo acepta como realidad aquello que puede ver, tocar, oler o sentir a través de sus sentidos primarios, dando por sentado que es lo único que existe. Niega rotundamente la posibilidad de otras dimensiones, de otros planos diferentes a los que se pueden percibir mediante los sentidos.
Así de la misma manera, ha ido aceptando también como realidad ciertos sentimientos y emociones como el miedo, el sufrimiento, la envidia, el orgullo, la reactividad e incluso la violencia, como naturales e incluso llegando al convencimiento de que son inevitables y de que no dependen de nosotros, sino de circunstancias ajenas que no podemos controlar.
El ser humano se desgasta en defender sus creencias y posesiones, porque, además las creencias que le han sido inculcadas por el medio social en que vive las toma como propias, se cree dueño y autor de ellas y lucha incansablemente por defenderlas, convirtiéndolas en una más de sus posesiones.
La vida entonces se convierte en un continuo ir y venir entre defender lo que tiene y luchar por conseguir lo que no tiene, pero que anhela vehementemente, y sin darse cuenta se le esfuma la oportunidad de disfrutar la vida, de sentirla, de aprovecharla en su grandiosa magnitud.
No obstante, este suceso no es en vano pues tiene un propósito divino, que consiste en que en este maremágnum de creencias y emociones negativas podamos descubrir, aceptar y comprender la única realidad que existe, la presencia de Dios en nosotros.
Única realidad
Para muchos Dios es una idea inalcanzable, un pensamiento muy elevado o simplemente un ideal que solamente atañe a unos pocos. La gran mayoría lo ve como algo tan lejano, que se convierte en un simple sueño, algo que posiblemente algún día llegue, pero que es él quien tiene o debe llegarnos, no nosotros quienes debamos buscarlo.
Si en cualquier momento pasa por la mente la idea loca de buscar a Dios, se posterga una y otra vez, conocer a Dios es un beneficio del cual pocos pueden disfrutar, un tesoro inalcanzable al que renunciamos en el momento presente, porque pertenece a unos pocos hombres extraños y diferentes del común de los mortales, seres iluminados y privilegiados.
El humano inconsciente percibe la energía Divina, la presencia de Dios en su vida como algo a lo cual no tiene derecho y a lo que jamás podrá llegar.
Desconoce que es la única realidad existente, que todo emana y se desprende de esta energía Divina Creadora, de la cual se desprende todo lo demás. Es inmutable (no puede ser cambiado o alterado), omnipresente (está en todas partes), omnipotente (puede hacer todo) y omnisciente (sabe todo).
Está frente a nosotros, toca todo lo que somos y tenemos, entra en nuestro interior, penetra en nuestros sentidos, actúa a través de lo que hacemos y permite que experimentemos. El plano de la materia en el que nos encontramos siempre ha estado y siempre estará inundado por Él.
Unión con la Suprema Energía
Dios es esencia de amor, esta es una sublime realidad, es la causa de todo cuanto existe y sucede, pero a menudo no somos conscientes de su presencia constante en nuestras vidas. Fácilmente nos dejamos absorber por las exigencias de la cotidianidad, que no nos queda tiempo para sentir su presencia, para vivir su existencia.
Lo único real es la energía del Amor, es la suprema inteligencia que sostiene el orden del universo entero. Todo cuanto hacemos y expresamos surge de esa fuente que nace en cada uno para crear la individualidad y, desde allí, proyectarse nuevamente a la universalidad, en un movimiento constante y eterno.
Venimos por la senda de un recorrido evolutivo con un único propósito, comprender la Realidad de Dios en nosotros y sentirnos parte de esa realidad. La forma física que habitamos temporalmente es tan solo una proyección de la Esencia Divina, atrofiada y mermada por nuestros pensamientos inmaduros y negativos.
Sin embargo, cuando el ser se desprende de tanta creencia, de la lucha, el ataque y la defensa y se regala espacios silenciosos llenos de paz para entrar en las profundidades de su ser, abandonando la bruma de la ignorancia, soltando el temor y el deseo de control, descubre la radiante Luz que es, la fulgurante perfección de esa energía que lo ha creado y de la cual jamás podrá desprenderse, porque es parte de ella misma.
Disolver las nubes de la ignorancia es una acción previa a la comprensión la nuestra multidimensionalidad, de nuestra unión con la Divina y eterna presencia del Dios Amor. Siempre hemos estado unidos a esa Suprema Energía, o no existiríamos, solo que no lo sabemos. Ahora al desvanecerse el velo de la ignorancia, sale a la superficie la gran verdad, se libera la Luz Divina interna.
Un Dios humanizado
En el pasado aprendimos una imagen de un Dios humanizado, aquel ser que se enfurece, nos castiga, que se ofende y nos condena al fuego eterno. ¿Qué clase de Dios ese ese? El que ha sido creado por el hombre a su propia imagen y visión de la vida.
En su ignorancia el ser humano supone un Dios castigador y vengativo, igual a él, la ignorancia no permite siquiera concebir la idea de un Dios puro Amor, que no nos juzga, que nos ama inmensamente, al que eternamente estamos conectados puesto que somos parte de Él.
¿Cómo podría el ser humano sentir la presencia de un ser así? Si desde el deseo ignorante de castigo o venganza se emite una energía de rechazo y temor, ¿Podría alguna persona querer sentir la presencia de alguien a quien le teme? Esta idea loca de la existencia de un Dios prepotente y castigador que nos juzga y condena, dificulta la posibilidad de querer sentir la presencia de Dios en la vida, más bien invita a huir de ella.
La humanidad ha vivido sumida en un mar de credos, religiones, filosofías y todo tipo de prácticas espirituales que le han ocultado la verdad de la presencia de Dios en él. Ahora que vivimos un momento de cambio de era planetario, llego el momento del despertar a una comprensión más profunda.
La fragmentación planetaria fue originada por intereses políticos, religiosos y principalmente económicos que generaron división y distanciamiento, donde cada uno lucha en busca de su propio beneficio alejándose cada vez más del otro y de su esencia divina.
En este tiempo divisionista de explotación mutua, de ventaja social y económica que está llegando a su fin, se esgrimieron magistralmente armas y recursos de toda índole. La humanidad vivió una era oscura, dominada y sometida, bajo el efecto de esos regímenes, trayendo como consecuencia la desconfianza, la inseguridad, el miedo, el odio y la competencia.
El derrumbamiento de los sistemas es inminente y necesario, como lo es el surgimiento de un nuevo orden global basado en el amor, la unión fraternal conciente y el apoyo mutuo.
Cuando en nuestros corazones exista tanto amor que de cabida a todo ser vivo y podamos mirarlos como creaciones perfectas de Dios en una actitud compasiva y benevolente, cuando podamos verlos a los ojos con amor sin juzgar sus acciones y comportamientos, cuando seamos una presencia amable y confortadora para toda la vida en todas partes y hablemos de todo ser con especial cuidado y delicadeza, será una muestra de que estamos muy cerca de sentir y ver a Dios en nosotros y en todo lo que existe.
Sentir a Dios, es sentir al otro en mí, es regocijarme con el bien ajeno, es bendecir, agradecer y valorar la presencia de todos los seres vivos en mi vida, comprendiendo que somo uno solo, hojas de un solo árbol y que cualquier daño que cause a sus hojas o ramas, me lo estoy causando a mí mismo, podré vivir permanentemente la presencia de Dios en mi vida.
Dejar de creer en Dios
Esta es una invitación a que dejes de creer en Dios, puesto que la creencia está acompañada de la duda, supone algo que puede ser o existir, pero que, carece de la certeza absoluta de su existencia.
La creencia en Dios lo mantiene alejado de nosotros, reducido a la suposición sin que hay de por medio una verificación.
Quien ama todo lo que hace, el mundo que le rodea, las personas con quienes entra diariamente en contacto y se ama y valora a sí mismo, ama y siente a Dios en su vida. No se trata de creer en Dios, se trata de sentirlo en la naturaleza, en la belleza de las flores, la frescura de los ríos, lagos y mares, en la brisa que nos acaricia en un bello atardecer.
Se trata de encontrarlo en los ojos de un anciano, en la sonrisa de un niño, en las peleas callejeras, en los atropellos cotidianos, en los errores humanos. Todo es Dios, solo que si no amas el mundo que te rodea jamás podrás sentirlo y vivirlo.
Luz Stella Solano M.
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Mil gracias por la clase, muy beridica muy cierta
Jairo muchas gracias por tus valiosos aportes. Un cordial saludo.
Dios los bendiga solo digo lo q dice la palabra si alguno ama al mundo o sigue el mundo el amor de Dios no esta en ellos amen solo la palabra de Dios transforma solo con.la ayuda de nuestro señor jesucristo por q por nueTras fuerzas no somos capaces
Su comentario es muy valioso e importante para mi, muchas gracias. Bendiciones.
Gracias gracias por ayudarnos a despertar a la verdadera vida Gracias
Muchas gracias a usted por su amable comentario. Bendiciones.
Hola Luz Estela
Felicitaciones por esa maravillosa presentación del DIOS DE AMOR, DIOS COMPRENSIÓN, DIOS INMUTABLE, DIOS PERFECTO
Vengo trabajándome hace algun tiempo precisamente en la validación de ese maravilloso ser: no juzgón, no condenador, puro amor
Gracias, debemos percibirlo así: sin crencias, religiones ni sectarismo, simplemente Dios Omnipotente
Muchas gracias Luz por tu valioso comentario que me inspira y motiva a continuar en esta labor. Bendiciones.