Es la ley encargada de regir el orden del universo, maneja los tiempos, el lugar y la función que le corresponde a cada persona y en general de todos los seres vivos, su enunciado principal es “Un lugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar”.

Este enunciado significa que no hay nada que esté fuera de lugar; siempre estamos en el lugar apropiado así sea temporalmente, aunque algunas personas crean que están en el lugar equivocado.

Problemas humanos

Todo se da y se manifiesta en el lugar perfecto y correspondiente con la experiencia que una persona necesita vivir y con la función que va a cumplir. Es la ley superior del triángulo inferior. Ella permite que nos salgamos todo el tiempo de las leyes de armonía y naturaleza. Sólo con comprender claramente la ley de correspondencia solucionaríamos el 90% de nuestros problemas humanos

Es la ley encargada del orden universal, que es el orden de Dios, el cual es matemáticamente exacto y perfecto, aunque la mayoría de los seres humanos no logremos entenderlo aún. Quien comprende la ley de correspondencia en toda su grandiosa e infinita dimensión aprende a fluir con la vida.

No hay nada que suceda que no tenga que suceder. Cualquier cosa que suceda es correspondiente con las personas, con el lugar y las circunstancias a su alrededor. La ley de correspondencia nos permite entender que no existe la injusticia, solo existe lo necesario, lo que corresponde. Toda situación es correspondiente pero no injusta.

El lugar perfecto

Siempre estamos ubicados en el lugar exacto; no tenemos que preocuparnos por estar en lugares seguros, ya que la vida misma se encargará de ubicarnos en el sitio correspondiente, donde se vayan a dar los sucesos o las situaciones que necesitamos vivir.

Cuando una persona es correspondiente con vivir la experiencia de quedar sepultada en un terremoto, se darán las circunstancias perfectas para que eso suceda, pasará lo que tiene que pasar para que esté en el lugar preciso a la hora exacta.

Inversamente, cuando alguien no es correspondiente con vivir la experiencia de un terremoto, la vida se encargará de ubicarla en otro lugar para que no esté presente en ese sitio en el momento del terremoto.

En los casos de grandes tragedias como la sucedida en las torres gemelas de Nueva York, se puede observar claramente la ley de correspondencia. Muchas personas trabajaban en las torres, pero por cualquier circunstancia no estaban presentes en el momento de la tragedia, mientras que otras estaban en el sitio sin un motivo específico, de manera aparentemente coincidencial.

Los seres humanos, cuando no conocemos la ley de correspondencia ante las situaciones incomprensibles para nosotros, nos volvemos justicieros, tratamos de buscar culpables en un intento por solucionar lo que no entendemos. Cuando la situación es de fenómenos naturales, pensamos que Dios no existe, o que es injusto e incapaz.

Una vez determinados los niveles, lugares y características de una creación o manifestación, la ley de correspondencia crea las circunstancias para que se manifieste y suceda allí solamente lo que es correspondiente con ese nivel o con esa persona. Por eso en cada lugar existe y sucede sólo lo que tiene que existir y suceder, y a nadie le sucede algo que no le corresponda.

Al observar cómo en países o lugares donde la violencia es muy alta, hay personas a las que nunca les ha pasado nada, que jamás han sido víctimas de ninguna situación o circunstancia violenta, verificamos la existencia de la ley de correspondencia. No existe buena o mala suerte; existe la ley de correspondencia.

Cuando alguien muere en un accidente aéreo o de cualquier índole es porque justamente eso era lo que le correspondía. Al que no le corresponde se le presentan muchos obstáculos para que no pueda abordar el avión.

Correspondencias del destino

Médico – Pacientes

Vendedor – Compradores

Policías – Ladrones

Carceleros – Presos

Juez – Juicios

Víctima – Victimarios

Podemos estar en cualquiera de los dos puntos porque la correspondencia siempre será una interacción entre ambos extremos. Cuando somos personas irrespetuosas de los derechos de los demás, siempre encontraremos a alguien que nos juzgue y nos irrespete también.

Un agresor siempre encontrará una víctima, pero a su vez la victima también necesita ser agredida para aprender algo que aún ignoraba. Obviamente, las víctimas, que aparentemente son víctimas, también tienen su propio nivel de agresión, aunque lo manifiesten o lo expresen de formas diferentes, y la ley de correspondencia los enfrenta con el agresor para complementar su aprendizaje de evolución.

Cuando estamos en cualquiera de los dos extremos, estamos dentro del conflicto; la única manera de salir de la agresión es ubicándonos en el centro. Para no ser juzgados sólo existe una forma: no juzgar a nadie; para no ser agredidos no agredir a nadie; colocarnos dentro de la ley de armonía.

Mientras nos coloquemos en un extremo de la balanza nos haremos correspondientes con el otro extremo. Un médico siempre será correspondiente con personas enfermas y estas personas siempre buscarán un médico, porque esa es la correspondencia. Si nos colocamos en la posición de justicieros, nos encontraremos continuamente con situaciones de injusticia. No podemos esperar que la vida nos dé una correspondencia diferente a la que nosotros mismos hemos generado.

Llaves Maestras de la Vida

Hacernos correspondientes con situaciones agradables es aprender a utilizar las siete Llaves Maestras de la vida:

  1. Aceptar
  2. Asumir
  3. Respetar
  4. Actuar
  5. Agradecer
  6. Valorar
  7. Adaptarse

El entrenamiento en el uso de estas llaves nos transforma la vida, permitiendo que de un vuelco de 180°, nuestra vida nunca será como antes, después de que estas llaves la tocan.

El secreto para crear en nuestras vidas una correspondencia de plena satisfacción es entrenarnos en:

  • No juzgar nada ni a nadie.
  • No criticar nada ni a nadie.
  • No atacar nada ni a nadie.
  • No quejarnos de nada ni de nadie.
  • No encontrar faltas.
  • No querer cambiar nada ni a nadie.
  • No castigar.
  • No imponer nuestra voluntad a otros.
  • No culpar a nadie, ni de frente ni a sus espaldas.
  • No herir los sentimientos de nadie.
  • Flexibilizar nuestra mente para acelerar nuestro desarrollo espiritual
  • Ceder y permitirnos experimentar otros puntos de vista, para acabar con nuestro ego y limitaciones mentales.
  • Emparejarnos con los demás para poder servirles y llevarles con nuestro apoyo un mensaje de amor.
  • Poner entusiasmo y alegría en todo lo que hacemos.
  • Hablar siempre palabras de amor, verdad y bondad.

Servirles a todas las personas sin restricción y sin condición Practicar todo esto nos hará correspondientes con experiencias maravillosas y extraordinarias, con situaciones de paz y armonía, con prosperidad y abundancia. Ninguno de nosotros tiene paz; este es el verdadero problema que debemos solucionar.

En los hogares existe algún nivel de violencia intrafamiliar, padres que desean imponerles a sus hijos sus creencias, costumbres y hábitos sin respetar los de ellos; no comprenden que sus hijos tienen derecho a los propios. Hijos que no respetan a sus padres y responden con agresión ante cualquier observación de estos. Parejas que se insultan y agraden o simplemente tienen un trato descortés entre sí, hermanos que se gritan e insultan.

De toda esta violencia y desarmonía familiar resulta la violencia social; se crean los corruptos, los violentos, los desadaptados sociales, los sicópatas, personas rígidas que sienten necesidad de hacer justicia en todas partes, de buscar culpables.

En nuestro próximo artículo continuaremos profundizando más acerca de la Ley de Correspondencia. Si este artículo es de tu agrado y consideras que puede serle útil a otros, por favor comparte el enlace y no olvides regalarnos tus valiosos comentarios, así los demás se beneficiarán igual que tú.

Luz Stella Solano M. 

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