Oscureciendo La Mente

En el universo no existe el azar, no hay buena o mala suerte, todo está regido por leyes matemáticamente exactas; los espíritus diseñan sus destinos con base en una evaluación precisa que establece las necesidades y circunstancias de aprendizaje de la siguiente experiencia de vida. El destino es una programación encarnatoria, un diseño pedagógico que se elabora en un espacio atemporal, en una dimensión no física.

Cada espíritu encarna en las condiciones y circunstancias perfectas y directamente correspondientes con su particular necesidad evolutiva; hay que tomar un cuerpo físico, sólido, para que el espíritu pueda evolucionar, cuerpos que también son llamados los vestidos de Dios, porque para que la personalidad pueda desarrollarse necesita un cuerpo físico tridimensional y a su vez la Conciencia para su desarrollo requiere de una personalidad.