El Milagro de la Aceptación
Las “Llaves Maestras de la Vida“, son herramientas poderosas que te permiten iniciar el cambio interno y emprender el camino “De Regreso al Cielo”.

Los seres humanos nos enfrentamos cada día con el sufrimiento, el dolor y la angustia. Estos elementos están presentes en la vida de todas las personas independientemente de su nivel socioeconómico, de la edad, la raza, de sus preferencias políticas o de la religión que profese.
Ante la pregunta de la razón por la cual el sufrimiento está tan generalizado, la respuesta sería bastante sencilla: todas las personas luchan por acomodar la realidad de la vida a sus propias creencias e ideales. La ignorancia y el ego nos llevan a creer que es posible adaptar las experiencias, las circunstancias y en general la vida misma a nuestros deseos internos; pensamos que podemos cambiar las situaciones y las personas de acuerdo con nuestros propios parámetros y opiniones, desconociendo la existencia de un orden universal, de una razón de ser de todo lo que existe y sucede.
La aceptación es una de las herramientas de amor que tenemos para trabajar en la vida frente a cualquier situación. La aceptación es una ciencia que permite llegar a producir aquello que llamamos milagros. La vida y sus procesos realmente son sencillos; su comprensión para nosotros es la que tiene un nivel de complejidad, ya que nuestras creencias, conceptos adquiridos e ignorancia, se interponen en la manifestación perfecta del amor.
La apertura interior para comenzar a aceptar una realidad verificable por cada uno de nosotros, permite liberarnos completamente de todo sufrimiento, produciendo la magia del estado de paz, felicidad y amor.
La realidad de la vida es el escenario de la acción. Solo podemos actuar en el momento presente. Nuestra mente vive esclava tanto del pasado como del futuro; estas dos imágenes nos avasallan sin darnos cuenta. La realización de los ideales está siempre situada en el futuro y los ideales mismos han sido fundados en las creencias adquiridas en el pasado; de esta forma los ideales nos ubican fuera del contexto del momento presente.
La mayor parte del sufrimiento humano es innecesario. Ha sido creado por una mente luchadora contra una realidad presente y el pensador todavía no se ha percatado de ello. La intensidad del sufrimiento está sujeta al grado de resistencia al momento presente. La mente busca negar el ahora y escapar de él. Vivimos en una sociedad caótica; es cierto, sin embargo, por incoherente, anárquica y desorganizada que parezca, cumple una función específica: aprender a conservar la paz y la felicidad, en medio del aparente caos. Esto de ninguna manera significa no actuar, pero actuar no es sufrir, ni luchar, ni atacar, ni pretender cambiar una realidad; actuar significa hacer algo con una efectividad que produzca resultados certeros. Existe una gran cantidad de situaciones, realidades, eventos y sucesos que se escapan de nuestra capacidad de acción, que no podemos cambiar, sólo podemos aceptar.
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