Hoy me niego rotundamente a sentir envidia por los logros ajenos o por los avances profesionales y personales de otros. Esa emoción limita y mantiene a quien la padece, lamentando su suerte y bloqueando sus propios logros, mientras que celebrar y sentir dicha por el bien ajeno, nos engrandece y nos conecta con la prosperidad. 

Ir al contenido