Hoy reconozco que soy una creación hermosa y perfecta que merece lo mejor de la vida. Me trato con respeto, cuido y valoro mi cuerpo, mi salud y todo mi ser. Suelto el temor a recibir bondades, y abro mi ser a las grandiosas oportunidades que Dios dispone continuamente para nosotros, sus hijos.

Ir al contenido