Al cerrar un año que termina y reflexionar sobre lo vivido caí en cuenta que las personas suelen buscar un calificativo de “bueno o malo” al año que termina. Hoy te invito a ver la vida desde otra perspectiva.

Los años vividos jamás serán perdidos, algo aprendiste, algo creciste. Si vas a definir el año que termina, puedes evaluar observando tu actuar: “Di lo suficiente, mi generosidad y amabilidad llegaron a su máxima expresión; hice todo lo que pude, o hubiera podido hacer más; ame incondicionalmente, o me limité a dar pequeñas migajas en pocas oportunidades”.

La vida depende de cómo se elige vivirla: amar o juzgar, dar o exigir, actuar o vegetar hasta morir, respetar o reprochar, servir o pedir, elecciones personales, acompañadas de resultados exactos según la decisión tomada.

Iniciar un nuevo año es también una nueva oportunidad de empezar a crear y dejar de pedir, quejar, temer y sufrir, para así cambiar una vieja y absurda manera de vivir, que afirma lo que no  se tiene, clamando a un ser exterior, que me dé lo que no doy.

Amigo mío, hay una latente realidad, la queja es el alimento de la ingratitud, pedir y no hacer es negarse a crear, resignarse al lamento y la tortura de sentir la desventura de creerse inútil, impotente e incapaz, cuando en realidad eres poderoso y todo lo puedes lograr.

Pedir es negarse a hacer, es afirmar algo que no tenemos e inmediatamente el universo actúa y acentúa la carencia. Agradecer es revelar una verdad contundente: “vivimos en un universo poderoso y generoso”, pedir es temer, es enceguecer el corazón y la razón, es limitar la mente y cortar las alas del sueño grandioso que nos acompaña silencioso en nuestro interior.

A cada instante debemos recordar: “Cuando afirmo que lo tengo, si no dejo que la mente se interponga, el universo obedece mi instrucción y creo cualquier cosa con bastante precisión”. “Vivo en un universo generoso, que entrega a todos lo que agradecemos con amor, magnetiza y multiplica aquello que con todo el corazón y sin dejar que actúe la razón, agradecemos con fervor y devoción”.

Agradecer es dar por hecho lo anhelado, es verlo en los ojos de la mente realizado, y cuando esto sucede la magia de la vida entra en acción, con suma obediencia comienza la construcción de la nueva versión, de una vida realizada que siempre logra crear todo lo que con el corazón agradece sin ponerle condición.

Confiesa al universo una gran decisión que ahora mismo puedes tomar, el gran proyecto de vida que en este nuevo año quieres realizar: “a partir de este instante, cambio mi forma de pensar y de hablar, dejo de pedir el trabajo hermoso y bien pagado, que hace tiempo anhelo con tristeza y desazón, y empiezo a agradecerlo con alegría y fuerte emoción. No pido más la paz para mí ser interior, agradezco el tenerla adentro de mi corazón. Abandono la idea de implorar por mi salud, empiezo a cuidar mi cuerpo, amarlo y agradecer con alegría su belleza y fortaleza. No exijo a la vida el amor que no ha llegado, agradezco con alegría todo el que ahora puedo dar”.

Hay un amoroso diseño detrás de cada suceso, agradezco rebosante de alegría vivir esta bella realidad, sin nada que pedir y todo por agradecer.

Luz Stella Solano M. 

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