Algunas veces en nuestro interior hay un deseo de controlar las cosas, las situaciones y especialmente a las personas (incluidos nosotros mismos), este deseo que muchas veces está bien guardado y es bastante sutil, es una inequívoca señal de miedo y desconfianza.

Desconectado del mundo interno

Un miedo y desconfianza que surgen como consecuencia del desconocimiento de que vivimos en un universo maravillosamente perfecto, organizado y confiable, donde todo obedece a leyes perfectas que rigen el universo entero.

Por lo general la persona que intenta ejercer control sobre el mundo externo, en realidad está completamente descontrolado en su mundo interno, está desconectado de su esencia Divina, y como consecuencia de ello se siente desprotegido, asustado y muy vulnerable.

Trata de controlar el mundo porque se siente fuera de control, lo peor de todo esto es que no se da cuenta, por eso insiste en ejercer un control externo que nunca jamás nadie logrará. Lo único que podemos controlar en nuestra existencia humana es lo que pasa al interior nuestro, esa es una realidad inequívoca que no solo debemos comprender, sino que además necesitamos aceptar si queremos vivir en paz.

La necesidad de controlar

Cuando nuestra confianza en la vida y en el mundo que nos rodea ha sido perturbada y sentimos la necesidad de controlar y buscar garantías que nos ayuden a sentirnos mejor, recuerda que, existe un poder superior a nosotros al cual podemos aferrarnos con toda la confianza y la certeza de que nunca nos fallará.

Basta ya de continuar desgastando inútilmente nuestra energía tratando de controlar el mundo a nuestro alrededor, entra en tu interior y comienza a controlar tus pensamientos, sentimientos y emociones ¿Cómo puedes pretender controlar algo, si ni siquiera eres capaz de controlarte a ti mismo?

La necesidad de controlar esconde un grave problema de inseguridad, tal vez no identificado por quien lo padece e incluso negado, sin embargo, en realidad está ahí, aunque le des la espalda. En la vida frecuentemente sucederán cosas que por mucho que lo deseemos, no podemos controlar: un accidente, una enfermedad, el clima, las acciones y comportamientos ajenos, o cualquier otro tipo de eventualidad que suelen suceder en el diario vivir y que nadie puede evitar que sucedan.

Quien siente la necesidad de ejercer dominio sobre aquello que no está en sus manos, refleja un temor interno muchas veces producto de una situación del pasado que lo marcó negativamente, que le causó sufrimiento y que, aunque no se da cuenta, adopta una posición de control para protegerse de que le vuelvan a hacer daño.

Sin embargo, esto se puede solucionar descubriendo y aceptando que hay un problema interno de inseguridad que hay que resolver para así poder volver a confiar, sin necesidad de controlar a los demás. En algunos casos lo más aconsejable es buscar ayuda profesional, o simplemente abrir la mente a una nueva información que le permita ver la vida desde un ángulo nuevo y diferente.

Identificación

Algunas emociones y sentimientos de quien quiere controlar a los demás:

  • Ansiedad de saber qué decisión tomará una persona frente a una situación.
  • Temor de que los demás no hagan lo que esperas que hagan.
  • Deseo de imponer tu voluntad, de que los otros piensen y actúen según tu criterio personal.
  • Malestar interno incontrolable cuando los demás actúan diferente a lo que esperas.
  • Desconfías de los demás.
  • Piensas que la gente actúa con mala intención.
  • Crees que debes vivir atento a defender tus opiniones y puntos de vista.
  • Te encanta demostrar a los demás que tienes la razón.
  • Crees que sabes más que otros y que sus puntos de vista están equivocados.

Si sientes con alguna frecuencia alguna de estas emociones, te sugiero estar atento y observar qué tanta dificultad tienes de superarlo y pasar la hoja, o qué tan insistente eres en un tema hasta que consigues que los otros hagan lo que quieres.

Es posible que muchas veces te salgas con la tuya y consigas imponer tu voluntad a otros, pero lo cierto es que se alejarán de ti y poco a poco te irás quedando solo y amargado, ya que nadie querrá compartir contigo.

Luz Stella Solano M.

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