La resistencia es un factor común en el ser humano cuando de cambios se trata, puesto que, todo cambio conlleva incertidumbre que lo despoja del control que le gusta ejercer sobre su vida y la de sus seres queridos.

Cuando se trata de cambios externos las personas se muestran inquietas y preocupadas por desconocer lo que sucederá y especialmente les asusta lo que atañe a su situación económica, familiar y laboral, aunque sea de manera temporal.

Los cambios internos son un poco diferentes, si se trata de cambios de personalidad, comportamientos y hábitos la resistencia suele ser mayor, pocas personas están dispuestas a transformarse a sí mismas en busca de una mejor vida, es más cómodo esperar que otros cambien para sentirse bien.

Cambios internos

La mente humana suele hacer una fuerte resistencia a estos cambios, crea argumentos, encuentra motivos y todo tipo de razones para continuar aferrada a sus creencias y forma de pensar, inconscientemente es muy cómodo seguir pensando igual, ya que esto significa estar sentados en la zona de confort y continuar convencidos de estar en lo cierto y tener la razón. Realmente es muy cómodo pensar que otros son los equivocados y por lo tanto, los que tienen que cambiar.

Sin embargo, hay algo bien claro y es que cuando en la vida de una persona ha estado o está presente el temor, el sufrimiento, la angustia, la tensión, la depresión, el rencor y la rabia, es porque no se ha intentado algo diferente.

El ser humano prefiere ignorar su propia grandeza, antes que responsabilizarse de su vida.  El mundo allá afuera es un colegio y las experiencias que vivimos son las maestras de la existencia.

La sola experiencia no trae sabiduría, abrirnos a las lecciones de la vida irá llenando de claridad nuestro ser hasta que logremos despertar, llegar a la luz, llenarnos de ella. La claridad es algo que necesitamos desesperadamente.

Conocimientos inútiles

Estamos llenos de preconceptos y conocimientos inútiles, de información y opiniones, pero sabemos muy poco de nosotros mismos. Para abrirnos a la verdad y el amor, primero hay que vaciar el tanque de conocimientos.

Todo ser vivo, pero especialmente el ser humano tiene la capacidad de transformación, con el solo hecho de que realice cambios sencillos y elementales puede lograr una vida bastante diferente. El cambio positivo de hábitos en la alimentación, en la forma de vestir y en los horarios que maneja crea un medio ambiente propicio para un mejoramiento.

Cambios más trascendentales que implican abandonar vicios como:  el alcohol, el cigarrillo, las drogas, la comunicación vulgar y agresiva, la forma de hablar, los gestos corporales y el tono de voz, las palabras que utiliza para comunicarse, etc., ya son más notorios y producen transformaciones no solamente evidentes sino que pueden llegar incluso a una completa modificación de la vida, creando una nueva personalidad y obviamente produciendo resultados satisfactorios.

Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de revelar su potencial ilimitado, dejar salir todos los recursos internos con que se cuenta, (que en toda persona son muchos y muy variados, sólo que se encuentran dormidos y encubiertos por creencias limitantes) es indispensable para crear una poderosa forma de vivir y ser.

El proceso de cambio, de crecimiento personal y de desarrollo espiritual requiere de adquirir las herramientas necesarias e involucra las cuatro áreas esenciales del ser humano: el físico, el emocional, el mental (intelectual) y el espiritual.

Querer el cambio

Querer el cambio es entrar en un mundo diferente al que hemos vivido hasta ahora, el mundo se transforma cuando nos transformamos por dentro. Transformarse es la capacidad y la voluntad de vivir más allá de lo que podemos ver y tocar, del mundo de las formas y de la materia.

El cambio es algo permanente, siempre estamos cambiando, aunque no nos damos cuenta. Nuestro cuerpo o forma física cambia continuamente, ya una vez fuimos bebes, niños, adolescentes y probablemente ahora somos adultos. Hemos cambiado mucho a lo largo del paso del tiempo.

Sin embargo, el cuerpo no es lo único que ha cambiado dentro de nosotros, de niños pensábamos y veíamos el mundo de formas muy variadas, diferente a como lo hacemos ahora. Empezamos a percibir las cosas de acuerdo a como nos enseñaron los adultos que nos rodeaban en ese momento. Si fuimos educados por padres agresivos, creemos que esto es normal y copiamos los modelos. Si fueron temerosos y nos llenaron de miedos es probable que esos miedos se hayan instalado en nuestra mente y todavía estén allí.

Lo físico y los pensamientos cambian muchas veces a lo largo de la vida, lo que nunca ha cambiado y siempre está presente es nuestra esencia Divina. Lo real permanece en nosotros, es eterno. Nuestra conciencia evoluciona, pero nunca deja de estar en nosotros. Una parte de ella está activa, despierta y de acuerdo a su nivel actuamos y respondemos a las experiencias que la vida nos plantea.

La otra parte está dormida, esperando que vivamos todas las experiencias necesarias para nuestro crecimiento y desarrollo, para que, luego cuando estos conocimientos y vivencias se transforman en sabiduría pasen a nutrirla y a sumarse a su nivel evolución.

Las creaciones humanas siempre comienzan con el pensamiento, con ideas o imágenes mentales. Por esto el elemento determinante en nuestro cambio y transformación interior consiste en comenzar a vernos a nosotros mismos como seres ilimitados. Dejar de mirarnos como seres sometidos a las cosas materiales, a las situaciones externas y a los sucesos o eventos que no podemos controlar.

Si las situaciones externas nos controlan vivimos una vida llena de fronteras, ya que en el mundo de lo externo no podemos hacer nada.  No podemos evitar que el carro se descomponga, que el vuelo se retrase, que un peatón se nos atraviese, que algunas personas se comporten groseras, impacientes o intolerantes. No podemos impedir los fenómenos naturales, ni los accidentes inesperados

Acción o reacción

No hay control posible sobre cosas externas a nosotros, pero sí sobre la respuesta que damos a ellas, si nos detenemos a observar más a profundidad, no son las situaciones las que realmente nos afectan, sino la forma como respondemos a ellas.

Una cosa es actuar y responder serenamente a cualquier evento que la vida presente y otra bien diferente es reaccionar impulsivamente. La reacción descontrolada proviene del ego, suele darse cuando la persona está dominada por sus impulsos instintivos que le impiden responder sabia y calmadamente.

Todos los límites están dentro del mundo externo y de la materia, sólo podemos levantar cierto peso, correr a cierta velocidad, alcanzar ciertas metas laborales o profesionales.

El mundo del pensamiento y de las emociones es algo diferente, en este espacio si podemos actuar, allí si tenemos el control. Nuestra capacidad de pensar no tiene límites. Todo cuanto deseamos y queremos podemos crearlo en cuestión de segundos en nuestro pensamiento.

Los seres humanos fuimos dotados de un poder inimaginable que todavía no hemos descubierto en su totalidad, estamos capacitados para experimentar una gran parte de esta vida en una dimensión más elevada. La verdadera transformación de nuestra vida se da en ese espacio, en esa dimensión no física, atemporal e ilimitada.

La forma simplemente es el vehículo a través del cual vivimos las experiencias, sirve para satisfacer ciertas necesidades, pero en realidad está al servicio del verdadero ser, de lo que realmente somos.

Valores

La cultura hoy en día pone especial énfasis en el mundo externo, cuando en realidad lo realmente importante son los valores internos, dirige su atención casi de manera exclusiva en la forma y en el hacer, olvidando que la verdadera satisfacción y plena realización está en el ser, en el mundo interno. En la forma física se aloja temporalmente nuestro yo real, pero son dos cosas completamente diferentes.

El verdadero cambio se produce cuando desviamos el interés por lo material, por el mundo externo de las formas y lo dirigimos hacia el interior, ese es el lugar de la transformación donde podemos producir todo tipo de milagros.

Comprendiendo que no somos un empaque, sino algo mucho más grande, que no somos un cuerpo dotado de alma, sino todo lo contrario un alma que habita un cuerpo temporalmente, que el empaque físico un día va a desaparecer, pero su alma es eterna y perfecta.

La vida se convertirá en un viaje fascinante lleno de alegría y respeto, cada vez más relajado, tranquilo y amoroso, pero a la vez emocionante y maravilloso. La parte nuestra que está sujeta a las limitaciones autoimpuestas al vivir en un mundo externo y ajeno, se liberará y podremos ver un nuevo panorama.

Al reducir la marcha y vivir en un espacio tranquilo e interno podemos apreciar todo lo que aparece en el camino. Nuestra sabiduría nos dirá que no tenemos nada que temer, que no hay motivo alguno para sentirnos amenazados por opiniones o acciones de terceros, que se puede vivir una vida alegre y sosegada, y eso mismo será lo que comenzamos a irradiar. Es más fácil aceptar las opiniones adversas cuando sabemos que nada afuera de nosotros puede manipularnos.

El conflicto, el enfrentamiento, el resentimiento y el dolor desaparecerán de nuestra vida, encontrando gran satisfacción en la tranquilidad interior que reemplaza el resentimiento y el dolor.

En este punto es cuando empezamos a sacar el máximo provecho del poder de nuestra mente. Podemos actuar calmada y tranquilamente, aunque otros piensen que estamos perturbados o alucinando. Obtendremos los resultados de una mente clara y aquietada donde ingresamos a nuestro antojo cada vez que necesitemos hacerlo.

En ese espacio interior encontraremos esa inteligencia perfecta que hay dentro de todas las formas, es en ese espacio milagroso en el que todo es posible. Mientras menos importancia concedemos a lo externo, menos restricciones encontramos en la vida. Adquirimos la capacidad de escuchar esa voz interna que nos habla mostrándonos el camino correcto y ayudándonos a tomar las decisiones acertadas.

POSEER UNA MENTE TRANQUILA AYUDA A DISFRUTAR DE UNA VIDA SERENA, GOZOSA Y AMOROSA.

Cuanto más tranquila está la mente, más capacidad tiene de percibir el lazo de unión que existe entre los pensamientos y el modo de sentir y actuar. Conseguimos sacar mayor partido de la energía interior mediante una actitud sosegada de aceptación y valoración que contribuye al sentido personal del equilibrio y la armonía.

Cuando comenzamos a aceptar que somos divinos por naturaleza, y que esa divinidad posee una mente capaz de pensar, que está conectada a la inteligencia universal, lograremos todo que se nos antoje en esta vida.

Luz Stella Solano M

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