Es un gran descubrimiento en nuestro proceso evolutivo, y una gran responsabilidad cuando nos damos cuenta de que, es justamente nuestro nivel de conciencia, la causa de todo lo que nos ha sucedido, nos está sucediendo y nos sucederá.


Es resultado de acciones pasadas, consecuencia única y personal de decisiones tomadas, acertada o
erradamente. Por esta causa, es necesario comprender los efectos que traerán nuestras decisiones antes de tomarlas, para no tener luego que lamentarlas y asumirlas con dolor.

Antes de actuar precipitadamente, o de forma reactiva y automática, hay que tomarse el tiempo necesario para pensar, y posteriormente actuar con conciencia, con la certeza de que toda acción trae consigo una reacción. 

Y cuando el resultado final no es de nuestro agrado, y las cosas salen diferente a lo esperado, hay que reflexionar hasta encontrar el aprendizaje correspondiente, y evitar caer en el error de buscar alguien a quien echarle la culpa de una decisión propia, precipitada, además de equivocada. 

Algunas veces se adquieren compromisos de los que luego viene el arrepentimiento, más tarde cuando descubrimos que no podemos cumplirlo por cualquier razón, nos sentimos obligados, y pasa de ser un compromiso adquirido libre y voluntariamente, a una pesada carga a la cual nos sentimos obligados.

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Compromiso 

Cuando no hay suficiente comprensión, un compromiso fácilmente se convierte en una obligación que además de ser pesada, es difícil de asumir. Entonces es cuando la persona busca a quien culpar y se siente obligada, lo que fácilmente se traduce en un deseo profundo de querer huir de la situación, sin asumir el compromiso que la generó. 

El compromiso que muchas personas adquieren con el matrimonio suele ser una de esas situaciones más frecuentes. La gente se casa por impulso y no entienden la magnitud del compromiso que están adquiriendo. Más bien lo toman como una situación cualquiera, a la que se puede renunciar cuando ya no me sienta cómodo. 

No se comprometen; por lo tanto, no están listos para asumir los eventos inesperados y enfrentar las dificultades. Luego quieren huir del compromiso adquirido, culpando a otros por su desacierto. 

Otro ejemplo son los compromisos financieros. Se busca un préstamo, para que solucione una situación difícil del momento, pero no hay comprensión de que se está adquiriendo una deuda que hay que pagar y cumplir según lo pactado. Mas tarde, cuando llegan situaciones inesperadas que cambian las condiciones iniciales, pasa de ser un compromiso a una obligación. 

Aunque la realidad es que la persona nunca se comprometió, simplemente actuó sin pensar mucho lo que estaba haciendo. En muchas ocasiones, se trata de salir de un problema fácil y rápidamente, sin considerar, las dificultades que puede acarrear más adelante.  

Así sucesivamente, podemos hacer una larga lista de situaciones de la cotidianidad, donde las personas se comprometen, sin analizar la dimensión del paso que están dando, para luego arrepentirse y buscar la forma de salirse de la situación, culpando a otros y huyendo, sin asumir el resultado de la decisión previamente tomada.

Obligación

Por otro lado, también hay el caso de la obligación que termina convirtiéndose en compromiso. Una persona que asume el resultado de sus decisiones es libre, no siente ataduras, ni cargas pesadas al momento de enfrentar las diferentes situaciones que plantea la vida.

Por el contrario, ve sus compromisos como una oportunidad de sentirse a gusto consigo mismo, de responder ante los demás de manera correcta y acertada, y de demostrar que es una persona en quien se puede confiar. Esta es la manera en que una persona construye un elevado grado de autoestima, confianza y valoración por sí misma. 

Finalmente, nadie puede decidir ninguna cosa por otro, somos nosotros los que determinamos lo que hacemos o no. Quien libremente toma una decisión, adquiere un compromiso voluntario y, por lo tanto, debe asumirlo, aunque el resultado no sea el esperado.  

La obligación es una creencia cultural equivocada, que conduce a las personas a dañar su vida, convirtiéndose en poco confiables para sí mismos y para los demás, atrayendo resultados desastrosos. Afortunadamente las creencias son modificables.


Quien se compromete profundamente no se queja jamás de nada y valora todo lo que tiene, abre un gigantesco flujo de energía


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