Renuncia a tu deseo de control

Renuncia a tu deseo de control

Algunas veces en nuestro interior hay un deseo de controlar las cosas, las situaciones y especialmente a las personas (incluidos nosotros mismos), este deseo que muchas veces está bien guardado y es bastante sutil, es una inequívoca señal de miedo y desconfianza.

Desconectado del mundo interno

Un miedo y desconfianza que surgen como consecuencia del desconocimiento de que vivimos en un universo maravillosamente perfecto, organizado y confiable, donde todo obedece a leyes perfectas que rigen el universo entero.

Por lo general la persona que intenta ejercer control sobre el mundo externo, en realidad está completamente descontrolado en su mundo interno, está desconectado de su esencia Divina, y como consecuencia de ello se siente desprotegido, asustado y muy vulnerable.

Trata de controlar el mundo porque se siente fuera de control, lo peor de todo esto es que no se da cuenta, por eso insiste en ejercer un control externo que nunca jamás nadie logrará. Lo único que podemos controlar en nuestra existencia humana es lo que pasa al interior nuestro, esa es una realidad inequívoca que no solo debemos comprender, sino que además necesitamos aceptar si queremos vivir en paz.

La necesidad de controlar

Cuando nuestra confianza en la vida y en el mundo que nos rodea ha sido perturbada y sentimos la necesidad de controlar y buscar garantías que nos ayuden a sentirnos mejor, recuerda que, existe un poder superior a nosotros al cual podemos aferrarnos con toda la confianza y la certeza de que nunca nos fallará.

Basta ya de continuar desgastando inútilmente nuestra energía tratando de controlar el mundo a nuestro alrededor, entra en tu interior y comienza a controlar tus pensamientos, sentimientos y emociones ¿Cómo puedes pretender controlar algo, si ni siquiera eres capaz de controlarte a ti mismo?

La necesidad de controlar esconde un grave problema de inseguridad, tal vez no identificado por quien lo padece e incluso negado, sin embargo, en realidad está ahí, aunque le des la espalda. En la vida frecuentemente sucederán cosas que por mucho que lo deseemos, no podemos controlar: un accidente, una enfermedad, el clima, las acciones y comportamientos ajenos, o cualquier otro tipo de eventualidad que suelen suceder en el diario vivir y que nadie puede evitar que sucedan.

Quien siente la necesidad de ejercer dominio sobre aquello que no está en sus manos, refleja un temor interno muchas veces producto de una situación del pasado que lo marcó negativamente, que le causó sufrimiento y que, aunque no se da cuenta, adopta una posición de control para protegerse de que le vuelvan a hacer daño.

Sin embargo, esto se puede solucionar descubriendo y aceptando que hay un problema interno de inseguridad que hay que resolver para así poder volver a confiar, sin necesidad de controlar a los demás. En algunos casos lo más aconsejable es buscar ayuda profesional, o simplemente abrir la mente a una nueva información que le permita ver la vida desde un ángulo nuevo y diferente.

Identificación

Algunas emociones y sentimientos de quien quiere controlar a los demás:

  • Ansiedad de saber qué decisión tomará una persona frente a una situación.
  • Temor de que los demás no hagan lo que esperas que hagan.
  • Deseo de imponer tu voluntad, de que los otros piensen y actúen según tu criterio personal.
  • Malestar interno incontrolable cuando los demás actúan diferente a lo que esperas.
  • Desconfías de los demás.
  • Piensas que la gente actúa con mala intención.
  • Crees que debes vivir atento a defender tus opiniones y puntos de vista.
  • Te encanta demostrar a los demás que tienes la razón.
  • Crees que sabes más que otros y que sus puntos de vista están equivocados.

Si sientes con alguna frecuencia alguna de estas emociones, te sugiero estar atento y observar qué tanta dificultad tienes de superarlo y pasar la hoja, o qué tan insistente eres en un tema hasta que consigues que los otros hagan lo que quieres.

Es posible que muchas veces te salgas con la tuya y consigas imponer tu voluntad a otros, pero lo cierto es que se alejarán de ti y poco a poco te irás quedando solo y amargado, ya que nadie querrá compartir contigo.

Luz Stella Solano M.

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Ley de la evolución – Parte 2 – Leyes divinas que rigen el universo

Ley de la evolución – Parte 2 – Leyes divinas que rigen el universo

Existe un mecanismo que nos muestra claramente cuando estamos equivocados o no sabemos acerca de algo, este recibe el nombre de “Error”.

Identificamos un error por medio de los resultados, cuando algo no funciona como debería hacerlo, o las cosas salen contrarias a lo esperado, en ese momento descubrimos que hemos cometido un error.

Aprender

Cometemos errores cuando no sabemos algo y estamos apenas en la fase de aprendizaje, ya que, aprender significa que estoy haciendo algo nuevo, adquiriendo el conocimiento de algo por medio del estudio, el ejercicio o la experiencia. No se refiere únicamente al contexto educativo, en realidad es una acción que realizamos durante toda la vida, cada minuto de nuestra existencia humana es un aprendizaje de algo.

Aprendemos cuando nos disponemos a adquirir algo nuevo que haremos nuestro, este es el resultado final del aprendizaje, quedarnos con algo de anteriormente era desconocido para nosotros. Pero, como es algo que no sabemos, por lo general durante ese proceso cometemos muchos errores, que son justamente los necesarios y perfectos para que se logre el aprendizaje.

Valor del error

Por este motivo es bastante particular que en una sociedad como la nuestra exista una tendencia tan marcada a castigar el error, puesto que, sin error no puede haber aprendizaje. Quien le tiene miedo a equivocarse cuando inicia cualquier etapa de aprendizaje corre el riesgo de no lograrlo, ya que, cometiendo errores descubre nuevas y desconocidas formas de hacerlo y con la suficiente paciencia y constancia paso a paso se irá convirtiendo en experto. 

Intentarlo una y otra vez hasta lograrlo es la forma como adquirimos conocimientos, como desarrollamos habilidades, descubrimos nuestra actitud ante lo desconocido y entrenamos valores. El error es la herramienta necesaria para el desarrollo de la conciencia y el crecimiento personal, con ella nos adaptamos al medio, aprendemos la humildad porque nos obliga a bajar la cabeza y reconocer que aún no sabemos, pero a levantarla luego para con empeño y entusiasmo disponernos a corregir y aprender.

La ley de evolución nos permite cometer errores para que al enfrentar el resultado negativo e indeseable que produce, aprendamos y nos dispongamos a adquirir destrezas y desarrollar habilidades.

En el caso de las situaciones de desacuerdo, cuando surgen los disgustos o problemas graves se reconoce de inmediato el error, más, sin embargo, no importa de quién sea el error, si nuestro o ajeno, lo que importa es reconocer que existe un error. Ejemplo: una persona nos insulta, arremete contra nosotros y es muy agresiva; como resultado nos sentimos mal y la culpamos de nuestro malestar.

En ese caso tendremos dos errores diferentes. La primera persona cometió el error de ser agresiva y grosera y nosotros cometimos el error de sentirnos mal y culparla. En el fondo, los desacuerdos son el resultado de los errores que cometemos los seres humanos; son la confirmación de su existencia.    

El error es entonces una herramienta poderosa, un medio permitido por la ley de evolución para cualquier aprendizaje, funciona por el enfrentamiento de opuestos, permite que nos estrellemos con los resultados negativos producidos por nuestros conceptos, creencias culturales e ideas falsas, facilita el camino para que reconozcamos nuestras emociones y sentimientos negativos y dañinos para que podamos corregirlos y conducirlos hacia la paz, la armonía y el amor.

Este es un camino desagradable para la personalidad humana aferrada a sus creencias y convencida de que tiene la razón, pero muy necesario y perfecto para la conciencia en evolución.

Permite que el desequilibrio y el aparente caos estén dentro de la ley, y que se manifieste lo que es correspondiente en un lugar, a nivel individual la reconocemos obrando a través del dolor, el sufrimiento, la angustia, las enfermedades físicas y mentales, a nivel social se reconoce en las enfermedades sociales como el terrorismo, el sicariato, la pobreza, el abuso de autoridad, la inseguridad, las violaciones, las estafas, y en general, en todo lo que conocemos como corrupción.

Capitalizar el error

En el aspecto personal frente a cualquier error que hayamos reconocido y estemos evidenciando sus resultados negativos, es conveniente analizar tres pasos que permiten identificar y capitalizar error:

  1. ¿Cómo cometimos el error?
  2. ¿Qué aprendimos del error?
  3. ¿Cómo haríamos para no volver a cometerlo, para que no vuelva a suceder?

Primero necesitamos asumir nuestro error, solamente los nuestros, no los de los demás, ya que sólo podemos manejar lo que pasa adentro de nuestro ser. Por los demás, lo único que podemos hacer es darles información y respetarlos.

Hagamos un análisis de estos tres pasos:

  1. Lo que hicimos fue culpar a las personas, a las cosas o situaciones, al entorno, al tiempo, o a cualquier cosa, por el malestar que se generó en nuestro interior.
  2. Lo que necesitamos aprender es justamente lo contrario: a no culpar, a dejar de mirar hacia afuera y comenzar a encontrar las respuestas a las situaciones desagradables de nuestra vida, en el interior de cada uno.
  3. Teniendo la comprensión de que no existe el culpable y conociendo la pedagogía del universo, que nos lleva a comprender cómo detrás de un suceso por desagradable que sea hay un propósito de amor.

Reprogramación

Es indispensable hacer una reprogramación de nuestra mente, que cambie la información que nos lleva a hacer una interpretación equivocada, por una nueva que nos permita comprender.

Finalmente, hacer un entrenamiento para la paz interior. Ahí queda subsanado el error nuestro. El de otras personas no será problema nuestro, sino el ajeno, y no podemos hacer nada con él.

La situación interna de la culpa que existe dentro de nosotros es la que nos lleva a culpar a los demás o a culparnos a nosotros mismos; es la que genera todos los problemas de relaciones.

Llamamos mala a la persona que tiene un comportamiento diferente al nuestro. Cuando una persona se comporta de una manera que para nosotros no es correcta, nos sentimos mal, no estamos de acuerdo con ella, creemos que está equivocada y la etiquetamos de mala.

Por supuesto, esta no es la verdad. La verdad es totalmente diferente. Cada quien hace lo mejor que puede y lo mejor que sabe hacerlo; nadie hace maldad por el simple hecho de hacer maldad; puede equivocarse y tiene todo el derecho a equivocarse, pero no es maldad.

El verdadero problema por resolver es que nos sentimos mal con el error y calificamos de malo a quien lo cometió. De aquellos que tienen comportamientos diferentes al nuestro podemos aprender a superar nuestras propias limitaciones. Esa es la función de la ley de evolución; es el proceso pedagógico del universo.

Personajes

En el proceso evolutivo que impulsa el paso de un nivel a otro, encontramos tres tipos de personajes diferentes que se comportan y responden a las diferentes situaciones de la vida según su propia comprensión, estos personajes los llamamos: el malo, el bueno y el sabio o justo.

El malo es ese individuo que va por la vida de forma desorientada en búsqueda de satisfacer sus necesidades básicas por medio de la lucha. En su ignorancia ve al otro como su enemigo, aún no ha desarrollado el sentimiento de la bondad, por lo tanto, no le importan los demás, no tiene ningún interés por los problemas ajenos de tal forma que a cambio de interesarse en servir a otros, lo que busca es beneficiarse de ellos y sacar ventaja cada vez que pueda hacerlo.

El bueno ya tiene un mayor desarrollo el cual se reconoce por su interés en solucionar los problemas de otros, aunque no le corresponda hacerlo, va en un punto del camino más avanzado dentro del mismo nivel, es sensible al sufrimiento ajeno y tiende a convertirlos en sus propios sufrimientos. Se diferencia bastante del anterior porque ya tiene un marcado interés en servir a otros, aunque no sabe bien cómo hacerlo y tiende a confundir servicio con interferencia.

El justo o sabio superó la ignorancia y alcanzó un elevado nivel de sabiduría y una gran capacidad de servir de manera incondicional a los demás, pero, sin interferir sus experiencias, ha comprendido los principios y las leyes del universo, lo cual le permite vivir en completo respeto hacia la naturaleza y todos los seres vivos, en armonía con todo y con todos y con la capacidad de crear correspondencias perfectas y deseables. Siempre está dispuesto a servir y a dar la enseñanza en el momento oportuno, sin interferir ningún aprendizaje.

Cada uno de estos personajes juega un papel muy importante dentro del proceso de evolución del ser humano en el tercer nivel de conciencia.

En nuestro próximo artículo de las leyes divinas que rigen el universo veremos los diferentes papeles que cada uno de estos personajes juega en la evolución de la humanidad, para que tengamos una mayor comprensión de la ley de evolución, encargada de permitir que, con base en nuestros errores y terquedad humana creemos las experiencias correspondientes para que podamos avanzar por el camino del desarrollo de nuestra conciencia.

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Luz Stella Solano M.

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Confía con amor y te sentirás en paz

Confía con amor y te sentirás en paz

Si nadie sabe que necesitas ayuda, nadie acudirá a brindártela. Continuamente estamos siendo bañados por una energía divina, por un torrente de luz divina procedente de los cielos que trae a nosotros grandes bendiciones: poder, amor, bienestar, salud, prosperidad.

No obstante, muchos seres humanos la desechan como si fuera una falacia, aunque hayan escuchado hablar de ello, o se los hayan enseñado desde niños, dudan que sea cierta, es más fácil hacer algo a un lado que tomarse la molestia de verificarlo, en cualquiera de los dos casos se pierden de aprovechar una de las más poderosas herramientas que tenemos a nuestro alcance.

A menos que la pidas nunca llegará

Esta grandiosa fuente de energía está siempre a nuestro servicio, dispuesta a brindarnos todo lo mejor, solo que, debemos solicitar su ayuda, es un requisito que, aunque puede parecer obvio, con frecuencia suele pasarse por alto, lo cual es el origen de mucho sufrimiento.

Si quieres ayuda Divina, a menos que la pidas de manera explícita, nadie, ni siquiera Dios, lo hará puesto que siempre respetarán tu libre albedrío, siempre y por encima de todo se respeta tu derecho a elegir el camino que quieres tomar en la vida, aunque sea el equivocado o el más difícil.

Cada vez que necesitas ayuda, tanto Dios como los Maestros, ángeles y el universo entero estarán de tu lado y te prestarán el apoyo que necesitas, para ellos no hay límites, ni empresa grande o pequeña, a la hora de ofrecer ayuda la brindan generosamente, solo tienes que hacerte correspondiente con ella, pedirla amorosamente y esperar pacientemente.

Puede que surja la duda de ¿por qué pedirle a los ángeles o Maestros si puedo acceder a hablarle directamente a Dios? Pues en realidad no hay diferencia, Dios, los ángeles y los Maestros son uno, no existe separación entre ellos, solo existe la unidad. La palabra ángel significa mensajero de Dios y, por lo tanto, podemos considerar que ellos son una forma de pensamiento del Creador.

Causa y efecto

Solo existe la Luz, el Amor, Dios, todo es una unidad, Dios también es uno contigo y con los demás seres. Jamás pienses que no mereces ayuda porque alguna vez te equivocaste, o porque crees que eres malo, no cargues con culpas que te hacen sentir que mereces poco o nada, la ayuda divina no es un premio y las experiencias que vives no son un castigo, todo es aprendizaje y nada más que eso.

La ayuda es solo un efecto, se trata simplemente de un resultado de lo que piensas y haces, la causa para que aparezca una solución puede ser pedir ayuda humildemente, y pronto el efecto se producirá.

Poco o nada importa cómo se pide la ayuda, lo verdaderamente importante es pedir ayuda de los Cielos, lo valioso es el hecho de hacerlo. Puedes invocar a Dios, a los Maestros, a los ángeles, a la compañía Celestial completa, puedes hacerlo mediante la meditación o la oración, las afirmaciones, la visualización, la música, la pintura, la escritura o cualquier medio creativo, pero simplemente hazlo.

Tampoco importa si crees en ello o no, si lo haces, aunque no creas puede ser que cambies de opinión, y si lo haces con total convicción puede ser que aumente tu fe, lo único malo que puede pasarte es que estarás abierto y atento a recibir algo maravilloso y cuando llegue te sentirás muy bien.

Puedes dirigir tus sentimientos sinceros hacia el cielo, construir una relación de corazón abierto, algo así como: “Querido Dios invoco tu presencia y la de los Maestros, pido su ayuda y asistencia en____________, doy las gracias por ello. Esto es apenas un simple modelo, la idea es que lo hagas como se te ocurra.

Además no te esfuerces mucho en describir tu problema, Dios ya lo sabe todo, sabe exactamente lo que necesitas, cómo te sientes y la ayuda que necesitas. Sin embargo, hay algo que debes saber, siempre te llegará la ayuda que necesitas, pero no hay garantía de que sea la que quieres. Es posible que consideres que necesitas algo y en realidad lo que necesitas es completamente contrario a tus deseos, entonces llegará la perfecta para ti.

Ten la certeza de que siempre recibirás la ayuda que solicitas, pero será exactamente lo que necesitas, no lo que quieres, y solo Dios sabe lo que realmente necesitas, eso ni siquiera tú mismo lo sabes. 

Una razón que te lleva a orar o meditar es porque necesitas desahogar tus emociones y ansiedades, es porque quieres sentirte libre de todo ese estrés que estás acumulando a lo largo de mucho tiempo. Expresar eso que sientes ante esas fuerzas superiores a nosotros, ante esa energía cósmica, divina y universal nos hace sentir muy bien, ayuda a averiguar el origen del sufrimiento, la causa de la preocupación o la desdicha.

Luego de tu conversación meditativa, en oración o en la forma que hayas escogido, puede ser que empiecen a desencadenarse una serie de acontecimientos inesperados, revelaciones que te ayudarán a encontrar la solución tan anhelada, o comiencen sucesos que parecen milagros, pero que en realidad son resultados de tu conexión con tu divinidad, ese es el verdadero milagro, te conectaste con tu fuente divina y recibiste la ayuda solicitada.

Intenciones puras y cristalinas

Si te diriges al cielo en algún momento de angustia o mucha frustración, algunas veces en esos estados de conciencia alterados se logra una conexión más profunda y la ayuda viene de inmediato, porque se canaliza mucho mejor la energía y te concentras más.

No obstante, hay algo que nunca podrás olvidar y es que tus intenciones deberán ser puras, jamás buscando causar daño a otros o beneficiarte de alguien indebidamente, además, también deben ser cristalinas, siempre deberás tener muy claro lo que estás buscando, aquello que tu corazón anhela con vehemencia.

Los bloqueos

La materialización de tus deseos se bloquea cuando cambias con frecuencia tu manera de pensar, cuando un día deseas algo y una semana después otra cosa diferente. Es la forma más común de autosabotaje cuando en el fondo hay un sentimiento escondido de no merecimiento, o búsqueda de castigo por la equivocada idea de que eres culpable de algo.

El mayor problema y el más difícil de superar para muchos es la propia incredulidad, no solo no confían en que sus deseos se pueden realizar, sino que además les parece imposible que esas cosas puedan ser ciertas, no tienen fe ni en Dios, ni en ellos mismos.

Suelen existir varios tipos de obstáculos algunos ya los mencioné, pero los vamos a enumerar:

  1. No tener certeza de lo que se desea.
  2. Miedo a no conseguir lo que tanto se desea.
  3. Miedo a no merecer ayuda divina.
  4. Sentirse egoísta por pedir.
  5. Pensar que es arrogante realizar los sueños.
  6. No creer en que puedas recibir ayuda externa a ti mismo.
  7. Vivir alterado o enfadado.

Si pierdes la fe no funciona

La fe es un elemento importante y absolutamente necesario, sin ella nada funciona, ¿Cómo se puede esperar recibir ayuda si se piensa que es una locura o tonterías en las que no hay que creer? Esas tonterías en las que pocos creen son las que han ayudado a muchos, pero de las que se han perdido la mayoría, justamente por falta de fe.

Ten fe y tu vida cambiará para siempre, pide ayuda, ora o medita con plena convicción y fe inquebrantable, muy pronto la ayuda se manifestará.

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Luz Stella Solano M

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Resistencia al cambio

Resistencia al cambio

La resistencia es un factor común en el ser humano cuando de cambios se trata, puesto que, todo cambio conlleva incertidumbre que lo despoja del control que le gusta ejercer sobre su vida y la de sus seres queridos.

Cuando se trata de cambios externos las personas se muestran inquietas y preocupadas por desconocer lo que sucederá y especialmente les asusta lo que atañe a su situación económica, familiar y laboral, aunque sea de manera temporal.

Los cambios internos son un poco diferentes, si se trata de cambios de personalidad, comportamientos y hábitos la resistencia suele ser mayor, pocas personas están dispuestas a transformarse a sí mismas en busca de una mejor vida, es más cómodo esperar que otros cambien para sentirse bien.

Cambios internos

La mente humana suele hacer una fuerte resistencia a estos cambios, crea argumentos, encuentra motivos y todo tipo de razones para continuar aferrada a sus creencias y forma de pensar, inconscientemente es muy cómodo seguir pensando igual, ya que esto significa estar sentados en la zona de confort y continuar convencidos de estar en lo cierto y tener la razón. Realmente es muy cómodo pensar que otros son los equivocados y por lo tanto, los que tienen que cambiar.

Sin embargo, hay algo bien claro y es que cuando en la vida de una persona ha estado o está presente el temor, el sufrimiento, la angustia, la tensión, la depresión, el rencor y la rabia, es porque no se ha intentado algo diferente.

El ser humano prefiere ignorar su propia grandeza, antes que responsabilizarse de su vida.  El mundo allá afuera es un colegio y las experiencias que vivimos son las maestras de la existencia.

La sola experiencia no trae sabiduría, abrirnos a las lecciones de la vida irá llenando de claridad nuestro ser hasta que logremos despertar, llegar a la luz, llenarnos de ella. La claridad es algo que necesitamos desesperadamente.

Conocimientos inútiles

Estamos llenos de preconceptos y conocimientos inútiles, de información y opiniones, pero sabemos muy poco de nosotros mismos. Para abrirnos a la verdad y el amor, primero hay que vaciar el tanque de conocimientos.

Todo ser vivo, pero especialmente el ser humano tiene la capacidad de transformación, con el solo hecho de que realice cambios sencillos y elementales puede lograr una vida bastante diferente. El cambio positivo de hábitos en la alimentación, en la forma de vestir y en los horarios que maneja crea un medio ambiente propicio para un mejoramiento.

Cambios más trascendentales que implican abandonar vicios como:  el alcohol, el cigarrillo, las drogas, la comunicación vulgar y agresiva, la forma de hablar, los gestos corporales y el tono de voz, las palabras que utiliza para comunicarse, etc., ya son más notorios y producen transformaciones no solamente evidentes sino que pueden llegar incluso a una completa modificación de la vida, creando una nueva personalidad y obviamente produciendo resultados satisfactorios.

Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de revelar su potencial ilimitado, dejar salir todos los recursos internos con que se cuenta, (que en toda persona son muchos y muy variados, sólo que se encuentran dormidos y encubiertos por creencias limitantes) es indispensable para crear una poderosa forma de vivir y ser.

El proceso de cambio, de crecimiento personal y de desarrollo espiritual requiere de adquirir las herramientas necesarias e involucra las cuatro áreas esenciales del ser humano: el físico, el emocional, el mental (intelectual) y el espiritual.

Querer el cambio

Querer el cambio es entrar en un mundo diferente al que hemos vivido hasta ahora, el mundo se transforma cuando nos transformamos por dentro. Transformarse es la capacidad y la voluntad de vivir más allá de lo que podemos ver y tocar, del mundo de las formas y de la materia.

El cambio es algo permanente, siempre estamos cambiando, aunque no nos damos cuenta. Nuestro cuerpo o forma física cambia continuamente, ya una vez fuimos bebes, niños, adolescentes y probablemente ahora somos adultos. Hemos cambiado mucho a lo largo del paso del tiempo.

Sin embargo, el cuerpo no es lo único que ha cambiado dentro de nosotros, de niños pensábamos y veíamos el mundo de formas muy variadas, diferente a como lo hacemos ahora. Empezamos a percibir las cosas de acuerdo a como nos enseñaron los adultos que nos rodeaban en ese momento. Si fuimos educados por padres agresivos, creemos que esto es normal y copiamos los modelos. Si fueron temerosos y nos llenaron de miedos es probable que esos miedos se hayan instalado en nuestra mente y todavía estén allí.

Lo físico y los pensamientos cambian muchas veces a lo largo de la vida, lo que nunca ha cambiado y siempre está presente es nuestra esencia Divina. Lo real permanece en nosotros, es eterno. Nuestra conciencia evoluciona, pero nunca deja de estar en nosotros. Una parte de ella está activa, despierta y de acuerdo a su nivel actuamos y respondemos a las experiencias que la vida nos plantea.

La otra parte está dormida, esperando que vivamos todas las experiencias necesarias para nuestro crecimiento y desarrollo, para que, luego cuando estos conocimientos y vivencias se transforman en sabiduría pasen a nutrirla y a sumarse a su nivel evolución.

Las creaciones humanas siempre comienzan con el pensamiento, con ideas o imágenes mentales. Por esto el elemento determinante en nuestro cambio y transformación interior consiste en comenzar a vernos a nosotros mismos como seres ilimitados. Dejar de mirarnos como seres sometidos a las cosas materiales, a las situaciones externas y a los sucesos o eventos que no podemos controlar.

Si las situaciones externas nos controlan vivimos una vida llena de fronteras, ya que en el mundo de lo externo no podemos hacer nada.  No podemos evitar que el carro se descomponga, que el vuelo se retrase, que un peatón se nos atraviese, que algunas personas se comporten groseras, impacientes o intolerantes. No podemos impedir los fenómenos naturales, ni los accidentes inesperados

Acción o reacción

No hay control posible sobre cosas externas a nosotros, pero sí sobre la respuesta que damos a ellas, si nos detenemos a observar más a profundidad, no son las situaciones las que realmente nos afectan, sino la forma como respondemos a ellas.

Una cosa es actuar y responder serenamente a cualquier evento que la vida presente y otra bien diferente es reaccionar impulsivamente. La reacción descontrolada proviene del ego, suele darse cuando la persona está dominada por sus impulsos instintivos que le impiden responder sabia y calmadamente.

Todos los límites están dentro del mundo externo y de la materia, sólo podemos levantar cierto peso, correr a cierta velocidad, alcanzar ciertas metas laborales o profesionales.

El mundo del pensamiento y de las emociones es algo diferente, en este espacio si podemos actuar, allí si tenemos el control. Nuestra capacidad de pensar no tiene límites. Todo cuanto deseamos y queremos podemos crearlo en cuestión de segundos en nuestro pensamiento.

Los seres humanos fuimos dotados de un poder inimaginable que todavía no hemos descubierto en su totalidad, estamos capacitados para experimentar una gran parte de esta vida en una dimensión más elevada. La verdadera transformación de nuestra vida se da en ese espacio, en esa dimensión no física, atemporal e ilimitada.

La forma simplemente es el vehículo a través del cual vivimos las experiencias, sirve para satisfacer ciertas necesidades, pero en realidad está al servicio del verdadero ser, de lo que realmente somos.

Valores

La cultura hoy en día pone especial énfasis en el mundo externo, cuando en realidad lo realmente importante son los valores internos, dirige su atención casi de manera exclusiva en la forma y en el hacer, olvidando que la verdadera satisfacción y plena realización está en el ser, en el mundo interno. En la forma física se aloja temporalmente nuestro yo real, pero son dos cosas completamente diferentes.

El verdadero cambio se produce cuando desviamos el interés por lo material, por el mundo externo de las formas y lo dirigimos hacia el interior, ese es el lugar de la transformación donde podemos producir todo tipo de milagros.

Comprendiendo que no somos un empaque, sino algo mucho más grande, que no somos un cuerpo dotado de alma, sino todo lo contrario un alma que habita un cuerpo temporalmente, que el empaque físico un día va a desaparecer, pero su alma es eterna y perfecta.

La vida se convertirá en un viaje fascinante lleno de alegría y respeto, cada vez más relajado, tranquilo y amoroso, pero a la vez emocionante y maravilloso. La parte nuestra que está sujeta a las limitaciones autoimpuestas al vivir en un mundo externo y ajeno, se liberará y podremos ver un nuevo panorama.

Al reducir la marcha y vivir en un espacio tranquilo e interno podemos apreciar todo lo que aparece en el camino. Nuestra sabiduría nos dirá que no tenemos nada que temer, que no hay motivo alguno para sentirnos amenazados por opiniones o acciones de terceros, que se puede vivir una vida alegre y sosegada, y eso mismo será lo que comenzamos a irradiar. Es más fácil aceptar las opiniones adversas cuando sabemos que nada afuera de nosotros puede manipularnos.

El conflicto, el enfrentamiento, el resentimiento y el dolor desaparecerán de nuestra vida, encontrando gran satisfacción en la tranquilidad interior que reemplaza el resentimiento y el dolor.

En este punto es cuando empezamos a sacar el máximo provecho del poder de nuestra mente. Podemos actuar calmada y tranquilamente, aunque otros piensen que estamos perturbados o alucinando. Obtendremos los resultados de una mente clara y aquietada donde ingresamos a nuestro antojo cada vez que necesitemos hacerlo.

En ese espacio interior encontraremos esa inteligencia perfecta que hay dentro de todas las formas, es en ese espacio milagroso en el que todo es posible. Mientras menos importancia concedemos a lo externo, menos restricciones encontramos en la vida. Adquirimos la capacidad de escuchar esa voz interna que nos habla mostrándonos el camino correcto y ayudándonos a tomar las decisiones acertadas.

POSEER UNA MENTE TRANQUILA AYUDA A DISFRUTAR DE UNA VIDA SERENA, GOZOSA Y AMOROSA.

Cuanto más tranquila está la mente, más capacidad tiene de percibir el lazo de unión que existe entre los pensamientos y el modo de sentir y actuar. Conseguimos sacar mayor partido de la energía interior mediante una actitud sosegada de aceptación y valoración que contribuye al sentido personal del equilibrio y la armonía.

Cuando comenzamos a aceptar que somos divinos por naturaleza, y que esa divinidad posee una mente capaz de pensar, que está conectada a la inteligencia universal, lograremos todo que se nos antoje en esta vida.

Luz Stella Solano M

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La alegría de vivir y la dicha de compartir

La alegría de vivir y la dicha de compartir

El tiempo un verdadero dilema, vivimos en un mundo temporal donde la vida se mide en tiempo, aunque muchas veces escuchamos que no existe, la realidad es que para nosotros sí existe y debemos aprender a aprovecharlo. El problema es creemos que tenemos mucho más de lo que en realidad nos queda, así que aprovecharlo no es una simple idea, es una prioridad.

Vamos a morir y no sabemos cuándo, es una verdad que no podemos negar. Aceptar la propia mortalidad nos ayuda a amar más y discutir menos, a dar más y exigir menos, a comprender más y criticar menos. Podemos llenar nuestra vida de momentos significativos y dejar de sufrir por trivialidades frente a la grandeza de la existencia humana.

Aquellos que amas también van a morir y tampoco sabemos cuándo, otra verdad que duele, sin embargo, a cambio de sentir dolor por la simple idea de perderlos, podemos empezar a conscientemente amarlos y aceptarlos.

No sufras ante la idea de la muerte de tus seres queridos, ámalos conscientemente, acéptalos amorosamente, disfrútalos apaciblemente y apóyalos incondicionalmente. Cambia el temor a perderlos por la dicha de tenerlos y la bendición de poder amarlos.

A cambio de temer por que algún día vayan a partir, aprovecha cada momento para compartir y convertir tu presencia en su existencia, en un dulce bálsamo que nutre su alma y alegra su tránsito por esta vida. Si reflexionas un poco más, te darás cuenta que todas las quejas, los reclamos y los disgustos pudieron haber sido evitados y cambiados por una dulce sonrisa y un te quiero y te acepto como eres.

Disfruta la dicha de tenerlos y supera ya el miedo a perderlos, ama intensamente y podrás soltar los temores al futuro y los rencores del pasado.

Luz Stella Solano M.

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