Eres una creación perfecta de Dios, por ese simple hecho mereces una vida grandiosa, no fuiste creado para ser maltratado, todo lo contrario, viniste a la vida a aprender, pero el aprendizaje no está de ninguna manera ligado al sufrimiento sino al disfrute, debe ser algo que nos gozamos, que nos llena de entusiasmo porque cada cosa nueva que aprendemos aporta algo positivo a nuestra vida, nos hace mejores personas, nos da posibilidades de hacer más cosas y de mejor manera.
Como hijos de Dios somos criaturas completas y perfectas que experimentamos en esta aventura llamada vida, para completar la comprensión y evolución de la conciencia. Por eso merecemos un tratamiento maravilloso, cuidados especiales, oportunidades grandiosas, regalos magníficos, experiencias inolvidables.

Y no tenemos que pagar un precio alto o trágico por todos esos placeres, nadie nos pasa una factura por ser felices y disfrutar continuamente la vida, solo con llenarnos de inmensa gratitud y profunda valoración por todo lo recibido y vivido es más que suficiente, se trata sencillamente de crear una onda de dulce y amorosa energía que atrae grandes dones hacia cada uno de nosotros y que a su vez podemos expandir hacia los demás.

Nos hicieron creer que disfrutar era algo escaso, que la felicidad no puede ser permanente, algo así como si fueran artículos de lujo que pocos pueden pagar por su alto costo y que además duran muy poco, se agotan antes de que nos demos cuenta.

Ahora llegó el momento de quitarte esa falsa idea de la mente, de cambiar ese antiguo sistema de pensamiento y abrirnos a recibir y aceptar con alegría los tesoros de la vida. La verdadera aceptación significa valoración que no es más que una corriente de energía que permite disfrutar todo, absolutamente todo, sin excepción, esta corriente lo abarca todo en la vida, nada se le puede escapar, porque si es algo que nos genera sufrimiento es porque estamos aprendiendo y todo aprendizaje se puede disfrutar, y si nos genera bienestar es porque estamos recibiendo una justa compensación por acciones del pasado, que igualmente disfrutamos.

Al mismo tiempo esa corriente de valoración o gozo debe ir acompañarla de una gratitud libre de culpa basada en el reconocimiento de que a todos nos encanta dar y que cuando recibes estás permitiéndole a los demás el placer de dar y la dicha de sentir en su corazón la gratitud de otro hacia él.

Dar sin recibir es bloquear el flujo de la energía creadora, es paralizar la abundancia eterna, lo cual no está permitido porque no se puede contener el movimiento infinito del universo, quien se niega a recibir coloca una barrera a su alrededor que bloquea y estanca. Es como si la corriente creadora universal pasara cerca de esa persona pero la ignora, la pasa por alto, ni siquiera la ve, alguien así se siente muy mal y se hunde en un mar de incertidumbre y soledad derivada de su negación a recibir.


Dar y dar más es la fórmula para tener y tener más.


Si aplicamos esa fórmula comprendemos que todos necesitamos dar y que cada vez que recibimos de los otros, les estamos dando la oportunidad de que puedan dar y apoyando para que reciban más.

A través del proceso de complacerte, mimarte y aceptar que mereces atenciones y todas las cosas lindas de la vida, liberas los bloqueos instalados en la mente con respecto a recibir.

Liberarse de creencias de que la vida debe ser dura, difícil y que hay que sufrir mucho para conseguir lo que queremos, agregándole además el ingrediente de que es vergonzoso recibir, es necesario para podernos sentir merecedores de una vida hermosa y digna.

Desplegar nuestros poderes y vivir plenamente libres y satisfechos haciendo uso de los valores intrínsecos del ser, es una responsabilidad de la propia existencia. Solo podemos sentirnos plenamente realizados limpiando la mente de ideas preconcebidas que nos limitan y abriendo nuestro corazón a recibir todo lo bueno y maravilloso que la vida tiene para cada uno, sintiéndonos merecedores y en plena comunión con Dios y toda su creación.

Reflexión

Quien se siente merecedor comprende su propio valor y el de los demás.

La ansiedad se puede superar aprendiendo a cuidar de ti mismo y permitir que otros también te cuiden.

Luz Stella Solano M.

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