Tu ser único y especial se encuentra sumergido en las profundidades de ti mismo, en ese lugar a donde ninguna persona jamás podrá llegar, solo tú. Todos somos creaciones perfectas de Dios, únicas, especiales e irrepetibles, tú no eres la excepción,  sin embargo esta hermosa creación ha sido cubierta por una nube de temores que la ocultan, máscaras, ideas equivocadas, prohibiciones, creencias falsas muy arraigadas que nublan el brillo interior, pero especialmente que te desconectan de él, hasta el punto de que llega un día en el cual ni siquiera lo reconoces.

Luego, mediante el despertar espiritual, comienzas a realizar el trabajo de reconexión con tu esencia divina, logra emerger tu verdadero ser, empiezas a escucharte a ti mismo, a descubrirte y verte por primera vez. Inicia una conexión interna única contigo mismo, pues nadie puede conocerte tan bien como tú.

Estar contigo mismo se convierte en una experiencia deliciosa, en un disfrute permanente pues te sientes acompañado de aquel ser que jamás podrá ni quiere abandonarte, que te comprende y acepta, porque ya has superado las torturas de la culpa y con dulce amor aceptas tus errores sin culparte ni agredirte.

Las mieles del silencio solo pueden saborearse cuando has logrado esta conexión con tu esencia divina, disfrutas a plenitud sin pesar por ninguna pérdida o tragedia, te entregas confiado a la vida sin temor a estar solo pues llegaste al punto donde siempre dispondrás de ti mismo para acompañarte.

El temor a lo desconocido, a la soledad o a la pérdida desaparece,  pierde su sentido y su sustento. Al encontrarte a ti mismo y reconocer la esencia divina que te habita descubres que ya nada puede perturbarte, y si por cualquier motivo eso llegara a suceder, abrazaras con ternura esas emociones negativas que te están visitando, para que se disuelvan en el inmenso océano de paz y amor que habita en tu interior.

Ir al contenido